Como los premios para perros son algo positivo, a priori no se le ve ningún uso reprochable, aunque sí que puede tenerlos. Vamos a revisar todo esto con más calma en este artículo.
Premios sí, pero no siempre
Durante el adiestramiento conforme avanzamos en la comprensión y ejecución de los ejercicios no es necesario ni recomendable premiarlo todo. Siempre utilizaremos la recompensa para enseñar acciones nuevas o para trabajar niveles de dificultad mayores. Si todas las veces recibe una chuche por acciones ya conocidas y que sabe hacer de sobra fomentaremos un perro vago. No se esforzará en ir más allá cuando introduzcamos dificultades mayores y si no hay premio no nos dará la conducta deseada.
Para que se vea más claro pongo un ejemplo. El perro sabe tumbarse a la orden y el dueño siempre lo recompensa por ello. Después lo normal es que busquemos que esté más tiempo en esa posición, pero si el perro obtiene una chuche sólo por tumbarse fácilmente romperá la orden y se levantará porque ya ha conseguido lo que quería. Tendría mucho más sentido que lo recompensemos por permanecer tumbado si nos separamos dos pasos, luego tres metros, luego mientras nos ocultamos detrás de un objeto y no somos visibles, etc. Es decir, premiamos mayores grados de dificultad.
También hay que tener en cuenta que los premios para perros pierden valor si se le dan a nuestro peludo sin ningún motivo y a todas horas. ¿Por qué tendría que hacer algo entonces para obtenerlos si de normal los consigue sin mover un dedo? Incluirlos en todas las comidas junto con el pienso también es una mala idea.
Otro efecto negativo de premiar todo, ya sea en obediencia o al realizar trucos, es que nos convertimos en una persona que dispensa chuches sin parar y el perro sólo lo hace por conseguirlas. Es fundamental establecer una buena relación con nuestro perro y que las caricias y halagos sean algo positivo para él, de forma que también las podamos utilizar para hacerle ver a nuestro amigo que lo está haciendo muy bien. Sino tendremos un perro que sólo mirará la mano esperando que salgan los premios y no nos prestará atención.
Por último me gustaría remarcar la importancia de no premiar estados de ansiedad, excitación, miedo, agresividad, etc. Muchas dueños parten de la idea de que si un perro está en alguno de estos estados hay que tranquilizarlo con la voz o darle premios para que se le pase, pero con eso no haremos más que empeorar el problema. También el castigo está contraindicado en estos casos, así que cuidado con lo que hacemos. Las chuches pueden ser útiles en la modificación de conducta, pero para eso hay que contar con un buen educador/adiestrador que hará un trabajo para extinguir el comportamiento y premiará teniendo muy en cuenta cuando y con qué fin.
Tampoco obviemos los premios
Hay personas que se inclinan por no utilizar premios para perros porque no quieren que su peludo se convierta en un autómata que sólo quiere comida o juguetes. También aquí tenemos que hacer una matización y decir que esto no es así. Ellos se basan en que las caricias son su mejor recompensa y no debería hacer falta nada más. Como hemos dicho esto es importante pero tampoco tenemos que irnos al extremo, porque todo es verdad hasta un cierto punto.
Si un dueño en casa está acariciando y mimando en exceso a su perro, lo cual es bastante común, cuando éste sale a la calle por norma general le interesa todo más que su dueño porque ya le ha dado todo el cariño que le podía ofrecer en las próximas cuatro vidas.Es duro escuchar esto pero es así. Por tanto si nos pasamos con los mimos el perro durante el adiestramiento no va a valorar las caricias todo lo que nos gustaría. Pero aún en el caso de que no nos excedamos con el cariño, hay que tener en cuenta que a nadie le amarga un dulce y a un perro menos; así que si también tiene premios mejor que mejor.
Como vemos debemos evitar ser la persona que premia todo convirtiendo a su compañero en un robot con el que casi no tiene vínculo, y también el que piensa que tiene que aprender sin premiar porque estar con su dueño ya debería ser lo más satisfactorio del mundo.
Hay que recordar que los premios para perros no son el fin, son el medio. Es la forma en la que conseguimos que el perro responda a su nombre, nos mire y esté atento a nosotros durante la sesión de trabajo o aprenda acciones nuevas; pero no es el fin último. Es útil porque hacer uso de la comida o juguetes nos ayuda a establecer una buena relación con nuestro compañero, pero es más útil todavía si lo utilizamos conjuntamente con motor social (caricias, halagos, etc). En cuanto la comida se convierte en lo único que quiere el perro de ti es una señal inequívoca de que algo estás haciendo mal.
¿Qué opinas sobre los diferentes posibles malos usos de los premios? ¿Te has sentido identificado o se te ocurre otro ejemplo? Cuéntanos.
Este artículo ha sido escrito por nuestros amigos de Entre perretes adiestramiento.
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